Agua y Cambio climático



El agua es el principal medio a través del cual el cambio climático afecta a los ecosistemas de la Tierra y, por tanto, a la vida y al bienestar de las personas.
En la actualidad, ya se aprecian los impactos del cambio climático relacionados con el agua en forma de sequías e inundaciones cada vez más frecuentes y severas.
La subida de las temperaturas, los cambios en los patrones de las precipitaciones y las temperaturas extremas afectarán a la disponibilidad de los recursos hídricos mediante cambios en la distribución de las lluvias, la humedad del suelo, el deshielo de los glaciares y las nieves perpetuas y las corrientes de los ríos y las aguas subterráneas; estos factores conllevarán además un deterioro en la calidad del agua. Los pobres constituyen el colectivo más vulnerable y el que se verá más afectado.
Los recursos hídricos y su gestión afectan a prácticamente todos los aspectos de la sociedad y de la economía; en particular, la salud, la producción y la seguridad alimentaria, el abastecimiento doméstico de agua y el saneamiento, la energía, la industria y el funcionamiento de los ecosistemas.
Ante los actuales cambios en el clima, la escasez de agua ya es importante, especialmente en muchos países en desarrollo, lo que evidencia aún más la urgencia de actuar. Sin una mejor gestión de los recursos hídricos, se ponen en peligro los progresos hacia la consecución de los objetivos de reducción de la pobreza, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y del desarrollo sostenible en todas sus dimensiones económicas, sociales y medioambientales.
La adaptación al cambio climático pasa principalmente por una mejor gestión del agua. Reconocer este hecho y responder a él de forma adecuada suponen una oportunidad de desarrollo.
Unas adecuadas medidas de adaptación basadas en prácticas reconocidas de gestión del agua y del territorio contribuirán a reforzar la resistencia a los futuros cambios climáticos y a aumentar así la seguridad hídrica. Se necesita de tecnologías innovadoras y de soluciones integradas a escala apropiada tanto para la adaptación como para la mitigación del cambio climático. En cualquier caso, ante cualquier medida de adaptación, se deben evaluar los posibles efectos adversos y, en particular, para el medio ambiente y la salud
Adaptarse a la creciente variabilidad y cambios del clima mediante una mejor gestión del agua requiere un cambio en las políticas e inversiones significativas guiadas por los siguientes principios:
- Introducir el concepto de adaptación en el contexto más amplio del desarrollo;
- Reforzar la gobernanza de la gestión de los recursos hídricos y mejorar la integración de la gestión del territorio y el agua;
- Mejorar y compartir el conocimiento y la información sobre clima, agua y medidas de adaptación, e invertir en sistemas exhaustivos y sostenibles de recogida y monitoreo de datos;
- Desarrollar una resistencia a largo plazo mediante instituciones más fuertes e infraestructuras hidráulicas que consideren también el buen funcionamiento de los ecosistemas.
- Invertir en una gestión adaptativa del agua que sea eficiente así como en transferencias de tecnología;
- Destinar fondos adicionales en los presupuestos generales nacionales y otros mecanismos innovadores de financiación para la adaptación a través de una mejor gestión del agua.
El sentido de urgencia en relación con la adaptación al cambio climático y el reconocimiento de la centralidad del agua en la misma no han calado aún en el mundo político ni se refleja sistemáticamente en la planificación nacional ni en las carteras de inversión internacional destinadas a la adaptación.
Resulta imperativo para las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) reconocer el papel crucial del agua en la adaptación al cambio climático con el fin de reforzar la resistencia y alcanzar un desarrollo sostenible.
Fuente: www.iagua.es