Historias de un gran diluvio –incluso la historia de Noah en la tradición judeocristiana y “Nuh” en Islam– existen en muchas variaciones a través de numerosas culturas, incluso las culturas hindú y maorí, entre los antiguos babilónicos, en la cultura zoroástrica y entre el pueblo masaai de Africa Oriental. Típicamente, cuentan cómo unas fuerzas divinas limpian una civilización irrespetuosa con grandes inundaciones, permitiendo única mente a unos pocos seres humanos y animales sobrevivir el diluvio para repoblar la Tierra. La versión en la historia de Doquebuth –de los Primeros Pueblos de Canadá Occidental– advierte de lo que puede
ocurrir cuando no se respeta a la naturaleza.
“EN EL PRINCIPIO DEL TIEMPO el Creador hizo la Tierra. Hubo tierra y aguas, sol y bosques, y a cada elemento le fue dado un nombre secreto por el Creador.
La Tierra era joven y fuerte como un niño. El Creador reunió un puñado de los hombres más sabios y les reveló los nombres secretos de la Tierra, pero les advirtió que no los comunicaran al resto del pueblo. Si todos usaran los nombres secretos de la Tierra, explicó el Creador, el mundo dejaría de crecer de manera regular.
Pasaron los años y la Tierra fue creciendo a un ritmo constante. Pero al cabo de un tiempo, los nombres secretos escaparon. Muy pronto todo el mundo estaba usando los nombres secretos para hablar a los elementos.
Pedían al sol traerles calor y luz, pedían a los ríos y los mares darles peces, y pidieron a la tierra cuidar a sus antepasados. Pero cuando la gente empezó a hablar a los bosques, la advertencia del Creador se hizo realidad.
Una gigantesca inundación barrió la Tierra. Los hombres apenas tuvieron tiempo de llenar la más grande de sus canoas con plantas y animales. A medida que el agua fue subiendo, cinco de los hombres más sabios subieron a la canoa y la condujeron a través de las olas.
Una vez pasado el diluvio, la canoa llegó a una pradera plana y seca.
Cuando la gente puso pie en la tierra, una de las mujeres llevaba en sus brazos a su niño recién nacido. Su nombre era Doquebuth y estaba dotado de grandes poderes espirituales.
Cuando las aguas se fueron retirando, los hombres volvieron a sus tierras. Al llegar encontraron los huesos de los que no habían sobrevivido la inundación. El Creador mandó a Doquebuth que reuniera los huesos y los mezclara con tierra. Doquebuth formó hombres y mujeres nuevos con la mezcla y les enseñó cómo plantar las plantas salvadas y cazar los animales salvados. Doquebuth, el niño del diluvio, se convirtió en el nuevo Creador.”
Fuente: revista Tunza/ Pnuma Tomo 6 número 3
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