Mientras que la mayoría de los viejos desafíos relacionados al suministro de agua, al saneamiento y a la sostenibilidad medioambiental siguen estando ahí, la aparición de nuevos retos como la adaptación al cambio climático, el aumento de los precios de los alimentos y la energía y el envejecimiento de las infraestructuras acrecientan la complejidad y la carga económica de la gestión de los recursos hídricos.
El crecimiento de la población y el rápido desarrollo económico han contribuido a acelerar la extracción de agua dulce.
Las tendencias que reflejan el acceso al suministro de agua para uso doméstico revelan una mejora sustancial en los últimos diez años y ponen a la mayoría de países en el buen camino para alcanzar la meta relativa al suministro de agua de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
No obstante, la situación en materia de saneamiento está muy atrasada. La mayoría de los países del África Subsahariana y numerosas zonas rurales siguen ofreciendo datos poco satisfactorios en cuanto a saneamiento y suministro de agua.
El aumento constante de la demanda de productos agrícolas para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento sigue siendo el principal motor de un mayor uso del agua.
Mientras que el crecimiento de la población mundial se ha ralentizado desde la década de 1970 y se espera que esta tendencia a la baja se mantenga, el desarrollo económico continuo, especialmente en las economías emergentes, se ha traducido en el deseo de seguir una dieta más variada, que incluye carne y productos lácteos, que conlleva una presión adicional sobre los
recursos hídricos.
Después de la agricultura, los dos mayores consumidores de agua para el desarrollo son la industria y la energía (20% del consumo de agua), los que están transformando las pautas de consumo de agua en las economías emergentes. El agua y la energía comparten los mismos motores: los procesos demográficos, económicos, sociales y tecnológicos ejercen una gran presión sobre el agua y la energía. La reciente aceleración en la producción de biocombustible y los efectos del cambio climático han supuesto la aparición de nuevos retos y un aumento de la presión en la tierra y los recursos hídricos.
Los ecosistemas de agua dulce proporcionan un amplio abanico de servicios vitales para garantizar el bienestar del ser humano. Una gran variedad de actividades económicas y recreativas como la navegación o las actividades de pesca y pastoreo dependen del uso directo del agua en ecosistemas saludables. Sin embargo, algunos servicios medioambientales no despiertan el suficiente interés en la clase política y se ven amenazados por el modo en que los sectores en desarrollo utilizan el agua.
3° Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hidricos en el mundo
Capítulo 7
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